Pizzeria Burgio
El que piense que pasando la puerta de Burgio, la pizzería más famosa de Belgrano, va a encontrar algo de italiano, que se vuelva a Italia. No debería extrañar que en la Ciudad en que los bares son patrimonio gallego, pizza se pronuncie con la zeta en la garganta. "Dicen que en 1928 la fundó un italiano, pero desde el 60 somos todos galaicos", dice Alberto Méndez, encargado y asturiano.
Francisco, el mozo (otro asturiano), se ríe ante la pregunta de si la gente dejó de tomar moscato: "¿Acá? Ni sueñes. Lo que más vendemos es moscato". José Bernárdez (84) aclara que nació en Pontevedra y que no toma moscato. "Vino tinto, cuanto más tinto mejor. Lo acompaño con una empanada o con una porción de muzzarella", recomienda. José es un cliente de fierro del local de Cabildo y Monroe. Va todos los días, a las 10 de la mañana y a las 6 de la tarde.
Otros que no dejan nunca de ir son los de la hinchada de River. "Vienen también cuando pierden", comenta Méndez. Y para endulzar derrotas además de moscato recomienda los postres de la casa. "Somos de los pocos que seguimos preparando sopa inglesa como corresponde". El postre (un bizcochuelo borracho cubierto de dulce de leche y crema) asoma en una heladera—mostrador. Arriba, probar cualquiera de las porciones repletas de queso, ajo y verdeo sirve para dar vuelta el mapamundi de la pizza.
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